JOSEFINA RIDRUEJO JUANO
Los esquiladores eran del propio pueblo e iban avisando a los vecinos a los que les tocaba el esquilo. El vecino que era avisado no podía pastorear ese día a las ovejas y debía preparar al rebaño para esquilarlo. El esquilo se realizaba con tijeras hasta la aparición de las maquinillas, aunque cada esquilador tenía su propio método a la hora de esquilar, intentando hacerlo lo más rápido posible. A los esquiladores se les pagaba según el número de ovejas esquiladas. Finalizado el esquilo, había que llevar a las ovejas a la fragua de San Pedro porque si a alguna se le había cortado la piel, debían echarle los restos de hierro fundido -el moreno- para evitar moscas e insectos.