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Tras el fregado de los restos de la cena, las noches de invierno solían ir a casa de un vecino a hacer el trasnocho alrededor de la lumbre. Durante el rato de trasnocho, además de hablar o cantar, solían hacer labores menores para la casa o el campo. Llegada la primavera, el trasnocho se sustituía por las labores del campo y en el caso de Esperanza, al ser hija única, habitualmente no podía para al fresco con las vecinas.