OVIDIO MARÍN CRESPO
Solo funcionaba una de las dos campanas que había, supuestamente se rompió en una ocasión mientras se bandeaba y alguien le tiró un jersey. Comenta que los mozos las bandeaban tan fuerte que muchas veces la campana cogía tanta velocidad que no sonaba. Las campanas se tocaban cuando alguien fallecía, para avisar de la misa y cuando fallecía algún niño o niña. En Semana Santa para comer carne o para trabajar los domingos los vecinos y vecinas tenían que pagar la bula, que costaba 5 pesetas.