TORIBIA GARCÍA JIMÉNEZ
En esa época los padres no tenían tiempo de jugar con los hijos, mientras éstos se debían dirigir a los padres «de usted» y como «padre» y «madre». Sus padres tenían su sitio reservado en el hogar. El padre estaba trashumando casi todo el año fuera de casa, pero en Navidad nunca fallaba. Pasaba siete meses fuera, y cinco en la casa familiar, recordando el regreso como un momento especial. En casa, tanto su padre como la madre tomaban las decisiones, aunque su madre solía tomar las decisiones relacionadas con la casa y la siembra. Las hijas se encargaban se evitar que se cuajase la sangre del cerdo con la que después hacían las morcillas.