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Mataban dos cerdos al año en torno a las navidades, para conservar la carne durante las heladas en invierno. Su padre o su abuelo se encargaban de lo más pesado de la matanza, pero del lavado de las tripas y del reparto de la carne se encargaban las mujeres. Debían tener especial cuidado durante el lavado en el río «de arriba» entre el hielo y la nieve que podía haberse acumulado antes de la matanza.