ANTONIO ARROYO MARTÍNEZ
En esa época todavía fallecía la gente en casa y, según la situación, la familia podía preferir velar al fallecido en casa. Los velatorios eran la vivienda, por lo que las vecinas ayudaban a amortajar a los difuntos. En algunos funerales se mantenían la liturgia anterior al Concilio, pero se conservaban algunos gestos a los que la población estaba acostumbrada, como el beso a la estola del cura mientras se hacía el ofrecimiento. El luto se seguía manteniendo con un período que variaba según la relación con el fallecido, además de celebrarse la misa del año.