ADORATRIZ DE PABLO JIMÉNEZ
Hacer la matanza del cerdo no era fácil. Se reunían los familiares, contando con la ayuda de un matachín. Con un gancho agarraban al animal para arrimarlo a un banco, en el que lo ataban y sujetaban para meter el cuchillo. Mientras mataban al cerdo, alguna de las mujeres sujetaba un balde para recoger la sangre y comenzar a removerla para evitar que cuajase. Esa misma noche se dejaba la sangre con varias hogazas de pan para, al día siguiente añadir arroz, y azúcar para hacer el relleno de la morcilla. Una vez desangrado, transportaban al cerdo atado hasta el corral, donde chamurraban al animal.