JUAN JOSÉ REDONDO CARRASCOSA
A los animales les hacían las curas ellos mismos y, si se rompían una pata se la curaban. En esa época no había muchos antibióticos, además los que había eran muy fuertes y malos para el hígado de las ovejas. Debían tener cuidado con lo que comían los animales porque se podían atragantar o envenenar. A las ovejas parideras, si hacía frío, debían dejarla en casa porque podía desprender a la cría. En las zonas de amapolas debían tener cuidado para evitar que se envenenasen y reventasen.