PRISCILO RAMOS GÓMEZ
Cuando había tormenta, las mujeres que no labraban el campo, corrían a la torre de la iglesia a colocar las campanas boca arriba, bajo la creencia de que el bronce de la campana podía detener la tormenta.
Cuando había tormenta, las mujeres que no labraban el campo, corrían a la torre de la iglesia a colocar las campanas boca arriba, bajo la creencia de que el bronce de la campana podía detener la tormenta.