ESPERANZA SUBIRÁN SANTOLAYA
Las muertes se anunciaban con el toque a muertos, sin hacer distinción del toque por sexos, pero sí por la edad del difunto. Casi todo el pueblo solía velar al difunto y acompañar a los familiares. Esperanza cuenta una anécdota de su infancia, cuando quiso ver la mortaja de una vecina, habiéndole causado mucha impresión. Recuerda al pastor de su familia diciendo «siempre que paso por la puerta del camposanto, a mi corazón le digo ‘aquí será tu descanso» cada vez que pasaba por delante del cementerio.