JOSEFINA RIDRUEJO JUANO
En Sarnago no había comadrona ni médico. Las mujeres se asistían entre ellas cuando había un parto y, si hacía falta, se llamaba al médico. Cuenta la anécdota de un tratante de caballerías cuya mujer estaba teniendo un parto difícil. Al llamar al médico, éste advirtió que la parturienta necesitaba una ambulancia para llevarla al hospital de Soria, pero el tratante se negaba a que su mujer saliese de casa, ni si quiera para dar a luz. Finalmente, la madre y el hijo murieron en el parto.